El fotógrafo Francis Meslet retrata lugares de culto en ruinas en escenarios de Francia, Bélgica, Alemania, Italia y Portugal. Sitios que localiza con la ayuda de Internet y Google Earth y cuya ubicación no desvela para preservarlos del saqueo / 15 DIC 2020 - 18:41 CET
"Madre de todas las sabidurías"
Abadía de los siglos XI-XVII. Región de Nueva Aquitania (Francia)


El fotógrafo y diseñador gráfico francés Francis Meslet, de confesión cristiana, no practicante, se propuso retratar lugares de culto abandonados. "El declinar de la religión y la pérdida de fe es un hecho en nuestra sociedad", razona. De este interés ha surgido el libro 'Iglesias abandonadas - Lugares de culto en ruinas', publicado por la Editorial Jonglez, que ha recibido la mención de honor en los International Photography Awards. Son 287 fotos de 37 lugares, en Francia, Bélgica, Alemania, Italia y Portugal. Publicamos 10 de esos retratos con la única condición de no ofrecer localizaciones exactas, para preservar lo que queda de saqueos y pillajes. Solo en Francia, y solo en 2019, el Observatorio del Patrimonio Religioso contabilizó no menos de 103 iglesias cerradas o amenazadas de cierre, 65 víctimas de actos de vandalismo y 20 destruidas por fuego. Y unas 20 han sido demolidas desde el año 2000. "Tienen un toque poético", subraya Meslet. Como esta figura que ha llamado 'Madre de todas las sabidurías', y que encontró, sitiada por los escombros, en una abadía en Francia.
"Fascinación"
Colegio católico y capilla del siglo XIX. Región Centro-Valle del Loira (Francia)


Hay mucha investigación detrás de cada viaje fotográfico por carretera que emprende Meslet, que lee artículos sobre patrimonio religioso en peligro y sobre asociaciones que lo defienden. Internet es una gran herramienta. Otra es Google Earth. Después de tomar las imágenes para su libro, pidió a un grupo de profesionales, sus "espectadores", que las describieran. "Le di tres a cada uno, de tres sitios diferentes, sin información adicional. Su misión era escribir unas 20 líneas sobre cada fotografía". Como ésta, titulada 'Fascinación' y tomada en un colegio y capilla católicos del siglo XIX, en la Región Centro-Valle del Loira (Francia).

"Los santos de fayenza"
Iglesia de los siglos XIII, XIV, XVI y XIX. Región de Nueva Aquitania (Francia) 


"Los fieles se marcharon después del servicio y nunca regresaron. ¿Sabían que era la última misa?", se pregunta Meslet ante esta imagen tomada en esta iglesia francesa. "Todo parece estar perfectamente en orden. Las sillas de madera y paja cansadas mantienen su posición lo mejor que pueden, apenas sacudidas por el recuerdo de los traseros que se han levantado de ellas [...]". El fotógrafo observa un órgano "con pedales sueltos" a la derecha y "el púlpito de madera de color gris lechoso" a la izquierda. "El coro es largo y alto, acentuando la sensación de vacío pesado. Grandes ventanales con vidrieras sencillas dejan entrar abundante luz [...] En lo alto, cuatro santos en fayenza, encaramados en su pedestal, se desafían con la mirada. Juana de Arco rubia por el sol, que hay que decir que por aquí quema. San Martín ha preferido guardar su manto para protegerse de las abluciones celestes, santa Rita, desesperada, aprieta el velo negro que cubre sus cabellos. Sin duda alguna, las palomas parecen tener pasión por Cristo. De todas las perchas que tiene el coro, prefieren meditar sobre la divina cabeza. Muchas de ellas han encontrado calma y alivio en ella", escribe.
"Pásame el cielo"
Iglesia del siglo XIII. Borgoña (Francia) 

La profesora y novelista Sylvie Robic contempló la imagen de esta iglesia del siglo XIII, localizada en Borgoña (Francia), y escribió estas palabras: "Mi soledad está en el centro de mi iglesia. Aunque, por su lado, la pequeña Juana hace muchos esfuerzos inútiles. Nosotros dos solos, aún de pie, mientras que todo se derrumba. Juana protesta con vehemencia, pero el obispado temporiza y el equipo municipal se hace preguntas. Sobre la necesidad de semejante apuntalamiento, complicado y costoso. Sobre una posible transformación del lugar. Sobre mi probable cierre. Mi soledad en el centro de mi iglesia, terriblemente obstruida, oscurecida, abrumada por su materialidad, se arma sin embargo de paciencia. Espero tranquila a que llegue el advenimiento de una fe desnuda. Y con ella, la luz".
"Las iglesias se esconden para morir"
Capilla del siglo XIII. Piamonte (Italia) 


"A primera hora de la mañana, en una carretera rural de Italia, me dirigí al primer lugar del día", arranca Meslet en su descripción de esta capilla del siglo XIII, que ha titulado 'Las iglesias se esconden para morir'. "Me levanté muy temprano porque tenía que aprovechar los últimos momentos de la noche para entrar en un viejo hospital psiquiátrico abandonado. El acceso fue bastante expuesto y complicado. De repente apareció a un lado de la carretera. Solitario. Completamente descuidado. Solo el campanario y su cruz tambaleante sobresalían del enorme arbusto que se lo había tragado. Aparqué mi coche inmediatamente al otro lado de la carretera, junto a un campo, y me acerqué lentamente. No podía creer lo que veía. Qué foto. Orgullosa, todavía en pie a pesar de las pruebas a las que la han sometido el tiempo y los hombres. Recordé la Capilla de St. Paul en Manhattan. El mismo sentimiento mezclado entre el orgullo y la desolación", apunta.
"La pasión del triste"
Capilla de los siglos XVIII-XIX. Lombardía (Italia) 


El pintor, decorador y escritor Nicolas Hamm, otro de los "espectadores" reclutados por Francis Meslet, describe sus sensaciones al ver la imagen de esta capilla lombarda de los siglos XVIII y XIX: "Ahí… Estamos rodeados, metidos en frescos, mejor dicho, entre marcos mullidos, recortes barrocos, pero con un toque 'kitsch'… El ambiente en general es amarillo… amarillento, pero no está amarilleado… El altar… ahí… también 'enmarmolado', parece estar hecho de trampantojo, efecto óptico “trampa-materia” en detalles… Los bancos tan bien colocados y tan pavorosamente silenciosos. El suelo salpicado de motas de suciedad contrasta con las manchas de vidrieras, 'rococoescas', tejiendo la lenta y difusa chispa, su propio rastro… rasante, al peso asumido… por este techo de preciosa elocuencia… Jesucristo, azul de frente, nos recibe con un manierismo espontáneo y ferviente, aunque un poco simplón. Los nichos vacíos se miran fijamente, miradas en esquinas. Adornados con galimatías de estuco, marcos exagerados y presentes, centralizando las escenas de belleza. Elección… Pretenciosos en acabado, sin embargo, tan bien conservados… Los fustes biselados de sus columnas y ojo engañado de nuevo … Aquí también, más bien perspectiva truncada… punto perdido totalmente reconstruido. En la parte baja de los muros, las costras salitrosas nos cuentan la miseria del estado de capilaridad… moral al menos… Una barra, cruzada, embovedada, sobre la alcoba exacerbada, un hilo de hada posmoderna encontrará su camino… El suelo languidece mientras que el techo se cubre de estrellas…".
"Los fundamentos de la fe"
Capilla de los siglos XVIII y XIX. Región de Gran Este (Francia) 


"El antiguo hospital parece desierto. Tras franquear un pequeño portal que da a la calle, localicé enseguida la capilla en medio del lugar gracias a la característica forma de su campanario abulbado. Una puerta parece estar abierta. Entro". Así comienza la descripción que ofrece Meslet de esta capilla de la región de Gran Este, en Francia. El arco triunfal marca la entrada del ábside semicircular. Un Cristo "envuelto en una luz divina parece querer liberarse de la ingravidez". Al pie del altar, un montón de bancos apilados que impiden cualquier circunvalación. "Parece que los hubiesen puesto ahí en cuarentena". Al bajar los tres escalones que separan el coro de la iglesia, suelo de tierra batida "destripado por una gran herida cubierta de escombros y partículas de madera carcomida". La carpintería ha sido arrancada y una parte, tirada. "¿Así agonizan las capillas de los hospitales? ¿Afectadas a su vez por el mal de los residentes que han venido a rezar para curarse? No. Múltiples catéteres fluorescentes salpican los muros y dejan adivinar la inyección de una vacuna en el corazón de la piedra. Volveré a visitar a este enfermo para interesarme por su salud", escribe.
"¿Desde hace cuánto tiempo?"
Monasterio de los siglos XVII y XIX. Umbría (Italia) 


A Frédérique Villemur, escritora e historiadora del arte, la contemplación de esta imagen correspondiente a un monasterio de los siglos XVII al XIX, en la región italiana de Umbría, le inspiró estas palabras: "[...] El murmullo del follaje agitaba el aire sin que el viento tuviese nada que ver en ello. Una columna de hormigas rompió la fila. Ya nada parecía estar en su sitio. [...] La tierra empezó a temblar suavemente, regularmente, en un mismo sentido, en diagonal, luego de arriba abajo con mayor firmeza, con mayor fuerza. Hablaba un idioma inmemorial, audible e indiscernible. Cuando sus señales se hicieron visibles y comprensibles sin que supiéramos quién le hablaba, salvo que fuese por ondas sucesivas, la escuchamos sin ver en qué espacio se iba a desplegar. Una inmensa red de líneas corrientes en el suelo comenzó a subir por las paredes de los edificios como una savia secreta se filtra bajo una segunda piel, hilando más rápido que una araña, haciendo agujeros más grandes a medida que la distancia entre sacudidas se acortaba. Cada palacio, cada iglesia habló de repente su propio idioma, inaudito, jamás escuchado, que mostraba en qué cuerpo se habían construido. Todos, en su esqueleto, vibraban con una piel distinta. Un poderoso san Cristóbal portando sobre sus hombros al Salvador se quedó encerrado en un nicho del muro. Desde lo más alto, la luz penetraba por la rendija que había en el tejado hundido. Las tejas rotas se quebraban bajo los pasos, las vigas se mezclaban con los reclinatorios. Al lado de una bombilla colgada del techo de la iglesia, un faldón de madera desafiaba verticalmente la gravedad [...]”
"El castigo"
Cripta del siglo XX. Liguria (Italia) 


"La herida de una larga grieta abre un fondo gris claro. Sobre este, y para la mirada de los fieles, un altar instalado sobre un zócalo resalta una silueta herida de muerte, la mitad izquierda de su base estaba hundida. Irónico porque, como la cruz de un visor que bien podría ser el de una cámara o el de un cañón, un pequeño cuadrado de bordes dorados enmarca una cruz de brazos iguales. Más arriba, un crucifijo comenta la escena [...]". El filósofo Jean-Pierre Marchand describe minuciosamente esta imagen del siglo XX, un espacio "sin milagros ni misterios". A la salida, "nos acompañan dos grandes cruces blancas ortodoxas que forman un pasillo. Cada una destaca sobre el color amarillo de dos grandes vidrieras que, ambas por igual, tienen dos secciones rotas en forma de rayo de luz que muestran bien el mundo profano. A ras de suelo, a la derecha, un friso amarillo sigue intacto mientras que su hermano, en la vidriera izquierda, ha perdido su cristal y su color".
"Rendirse al mundo del olvido y de la ausencia generalizada"
Convento y cripta del siglo XIV. Región de Lisboa (Portugal) 


"Ya he visto esa imagen en mis sueños, no exactamente esta, pero una imagen parecida", arranca su texto el músico Michel Cloup. Y prosigue: "Tenía una cámara Go-Pro en la mano, estaba haciendo una especie de documental que subiría a mi canal de YouTube, en un futuro que parecía lejano. Enseñaba a niños y a adolescentes lugares que no conocían, vestigios de una civilización pasada, de una época anterior: restaurantes de comida rápida, fábricas gigantescas, mataderos, estudios de televisión, centros comerciales, lugares de culto. Todos estaban dañados, medio destruidos y abandonados. Este había sido víctima de una inundación. Después, filmaba sus reacciones y charlábamos. Aquel día, ninguno de esos jóvenes quiso creerme cuando les hablé de las distintas religiones, de sus rituales y de los crímenes cometidos en su nombre. Se asustaron y me pidieron que nos fuéramos lo antes posible".

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